La industria del perfume es milenaria, desde los grandes reyes de Egipto hasta la más sencilla campesina sabía apreciar el efecto que los aromas tienen en la gente que los percibe; emociones gratas o una disposición a la sensualidad. También utilizados en rituales, los aceites aromáticos eran pieza clave para dar solemnidad al momento y conectarnos con lo divino.
El valernos de aceites y perfumes era y sigue siendo una manera artificial de recrear los mecanismos de nuestro cuerpo para reconocer y reaccionar ante fragancias de la naturaleza o esencias corporales; estamos hechos para poder identificar con el olfato a nuestra pareja, nuestros hijos, sitios como nuestro hogar y elementos del exterior. Incluso, estas señales olfativas pueden indicarnos eventos sociales, sin requerir esfuerzo consciente, como el ponernos alertas por alguna amenaza o reconocer el tiempo propio para estar en intimidad de pareja.
A partir de este conocimiento, se buscó aprovechar el potencial de nuestra nariz para cautivar a clientes y mejorar las ventas a través de aromas diseñados, a lo que posteriormente se le acuñara el término de Aromarketing. Un ejemplo del aromarketing en la antigüedad era el provocar el apetito, con los aromas que se despedían desde las panaderías y los comedores en los mercados.
Más cercano a nuestros tiempos, algunos mercadólogos por la década de los 70’s tienen el chispazo de genialidad, aplicando los aromas de manera más científica a los productos promovidos y a la presencia misma de la marca, conocida también como Branding. Esta nueva faceta sensorial da pie a infinidad de aplicaciones, para finalmente poder atacar a todos los sentidos del consumidor. Con un mensaje fuerte y claro podríamos ser más capaces de atraer y conducir a la dirección deseada.
En la actualidad, las grandes transnacionales de alimentos, tiendas departamentales y hotelería tienen como imprescindible el contar con una firma olfativa personalizada. Incluso desarrollan aromas específicos para lanzamientos de productos… el aroma que lo identifica, en el producto mismo o el recinto donde se tiene en exhibición. Todo es pensado para recrear las emociones deseadas: familiaridad, confianza, anticipación, alegría. En el caso de los alimentos que se comercializan en envolturas selladas, para evitar el genérico y poco atrayente aroma a plástico se crean esencias con aromas suculentos, propios de la marca, para impregnar las envolturas y exhibidores con el aroma del producto que contienen.
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