¿Cuántas veces has pasado por alto una compra, a causa de una sensación? Una corazonada de que no es bueno, aunque aparentemente es perfecto… Posiblemente es algo en el ambiente.
Nuestro sistema del olfato existe para defendernos y mantenernos vivos; nos ayuda a distinguir entre un alimento y un veneno. Igualmente podemos reconocer a nuestra familia únicamente con el aroma; incluso grabamos en la memoria escenas completas de los entornos en los que nos sentimos seguros, aquellos en los que hubo un aprendizaje de comportamiento o por ser un sitio fértil en donde podemos encontrar comida.
¿Qué tiene que ver todo esto con los negocios y las ventas? Todo.
Tomamos decisiones en nuestra vida en base a la información que podemos procesar, incluyendo lo que está entre líneas, como las condiciones del servicio, o específicamente en este caso, los aromas y olores que están presentes. El aromarketing busca crear entornos en los que los clientes se sientan cómodos y que se vuelvan más receptivos a los nuevos estímulos y entornos, ya que hay algo familiar en el ambiente que les inspira confianza.

Un caso similar es el utilizado en nuevos establecimientos, o ya existentes que desean volverse más notorios, recurren a la creación de ambientes aromáticos para crear una experiencia completa; el gusto de vivirla de nuevo hará que los clientes regresen a comprar otra cosa. Podemos también aprender de los casinos, que se encuentran entre los que adoptaron primero la tecnología de dispersión de aromas en sus recintos, para mantener a sus clientes cómodos, alegres y emocionados.
Sea para mejorar la experiencia de una tienda o de mejorar la disponibilidad para escuchar de un nuevo producto, el aromarketing hace su parte para ganarnos la faceta emotiva del cliente.
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